Hace aproximadamente ocho años un coach a quien admiro profundamente llamado William Sánchez me invitó a hacer parte de un congreso de docentes y me pidió sugerir el tema para mi conferencia a lo cual yo propuse “Liderazgo y Comunicación con Adolescentes”. Reconozco que en ese momento no tenía mucho conocimiento sobre el tema. Sin embargo, a medida que investigaba me enamoraba más de ese extraño mundo al cual temen algunos padres y maestros. Adicionalmente, la información comenzó a brindarme valiosas herramientas para gestionar con una de mis hijas que en esa época tenía 15 años.
Al abarcar esa conferencia desde las neurociencias con el apoyo de mi amigo y colega el Dr. Oscar Ariza Magister en Neuropsicología Clínica, comencé a tener cierta fascinación por el cerebro y su desarrollo. Esa curiosidad me ha llevado a estudiar sobre el inimaginable potencial que tienen los jóvenes en su cabeza, especialmente cuando las personas que los rodeamos les ayudamos a desarrollarlo adecuadamente.
El cerebro de los jóvenes no es un órgano inmaduro como muchos piensan y la adolescencia no es una fase para la cual el único remedio es esperar a que pase y ya. Al contrario, es una valiosa etapa de la vida que hay que desarrollar de manera adecuada, en la cual se generan poderosas conexiones neuronales perdurables que afectan positiva o negativamente el aprendizaje de habilidades para una vida futura, por esto la importancia de la guía y acompañamiento.
Optimizando en los jóvenes el desarrollo de la gestión emocional, la responsabilidad de la implicación social y el adecuado acompañamiento en la búsqueda de la novedad y la exploración creativa, lograremos aumentar las probabilidades de potenciar una adultez responsable y con mejores habilidades que aporten a un mejor futuro para ellos y para la sociedad.